viernes, 8 de enero de 2010

Un día en el Inem (I)


Lo he hecho. He cruzado la puerta de la oficina de empleo. No sé si será una de esas ironías que el destino me tenía guardadas pero la oficina que me toca está justo a minuto y medio de mi casa. Me dioron que había cola. La hai. Doy fe que los funcionarios del Inem trabajan. Más bien diría que, desde hace meses, se les acumula el trabajo a las puertas de las oficinas. Muchos de ellos se arrepientes estos días de no haber estudiado una oposición para bedel de hospital. Igual no se vive más tranquilo pero con menos trabajo seguro. O, mejor, para la Xunta. Claro que en ese caso mejor que uno tenga los contactos necesarios, Baltar es un valor siempre seguro.
Como iba sobre aviso no me sorprendió la concurrencia. Unas diez mesas para atender, a las 11.00 horas, a unas 150 personas en la oficina. Pero, como en el Alcampo para coger pavo, hay que pillar número. Dentro de cuarenta me toca. Con un poco de suerte antes de la hora de cierre, las 14.00 horas, me toca. Porque aunque sólo había venido para solicitar el paro, la pasta, mi nueva mensualidad y sustento, resuta que unha chica apurada detrás del mostrados de información me ha dicho que lo primero es lo primero y lo primero es darse de alta en el Paro que para eso soy parado, que no todo va a ser cobrar. De casualidad me entero de que para pedir que te den la pasta que te corresponde sólo se dispone de quince días hábiles. Siempre me ha gustado esta etiqueta. "Días hábiles". Dícese de aquellos que són útiles para realizar gestiones administrativas. Los días en que se trabaja claro. La apurada funcionaria le dice a una mujer todavía más apurada que los quince días no incluyen domingos pero si sábados. La apurada parada ya ha cobrado todo el paro y pregunta si puede acceder al siguiente nivel, como en los videojuegos. Me queda lejos y espero no llegar a el por que por la cara de la chica debe ser algo así como pasarse la cuarta misión del Call of Duty. La conversación no tiene pdesperdicio.

Mira, he agotado la prestación y quería saber si puedo solicitar la ayuda familiar.

Pues no lo sé (funcionaria). Han pasado los quince días hábiles?

Sólo hay quince días?

Sí, quince días hábiles. No cuentan los domingos pero sí los sábados.

Pero si el sábado no habre la oficina.

Ya. (Se le queda mirando fíjamente)

.... (Nerviosa, despues de diez segundos). Me das un calendario!!!!?????

Tras darle el almanaque, la funcionaria se da media vuelta ya que unas fotocopias urgentes reclaman su atención mientras que la mujer con cara de agustiada cuenta con los dedos los días transcurridos desde el último corbro del paro mientras reza para que no sean más de quince. Hábiles, con sábados incluidos aunque no habra el Inem.

Supongo que estas pequeñas trampas son los resquicios del sistema. Si nos libramos de los despistados, aúnque sean pocos, algo de pasta que nos ahorramos, debió de pensar el ideólogo que lo puso en funcionamiento. El Estado de Bienestar Social, le gusta de cir a ZP, aunque de sobra sabe que tal modelo sólo fue puesto en funcionamiento en Europa en los países nórdicos ya que la Piel de Toro nunca pasó de Estado Social y de Derecho. Un matiz mínimo pero suficiente y que cualquier constitucionalista puede explicar. Yo sólo fui a dos clases de Derecho de la Información. A la primera y al examen. Lo que pasó entre ellas no podría asegurarlo pero recuerdo que las camareras de la cafetería se sabían al dedillo cómo me gustaba el café. En taza y con cuchara pequeña, de café. Que parece que la civilización no ha llegado todavía a la capital del imperio. Ellas se reían mientras jugaban a abrasar los dedos de los demás estudiantes a base de cafés con leche en vaso de cristal.

Después del espectáculo de la angustiada parada en busca de la ayuda familiar de cuyo final ya no quise enterarme, un poco por pudor, creo, me tí mi número en el bolsillo y marché para casa. Calculó hora y media como mínimo. Mejor dedicarla a perfeccionar mis dotes de ama de casa. Hay que barrer, pasar la fregona, planchar y pensar que voy a hacer de comer. Hay tiempo. El tiempo es ahora lo que sobra, la verdad.

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