lunes, 18 de enero de 2010

geografía

Era ya como una tradición dentro del funcionamiento normal del áula. Manolo Conde nos llamaba, uno a uno, a la pizarra y, sin piedad, nos fusilaba a preguntas, que si los ríos con y sin afluentes principales, que si las comunidades autónomas de España que si los montes de la Península con el pico más alto de España, pregunta con truco, esta última. Y siempre, a medida que el ritual se desarrollaba sin mayores atrancos, le llegaba el turno a Lechuga. José Luis Castilla Lechuga, para ser más exáctos, pero nadie tiene el poder de escoger su apellido y a él le tocó Lechuga. En sexto de EGB puede ser jodido. Lechuga era un tipo alto para su edad, más que la media de la clase. El pelo liso y castaño, largo, rodeando una cara algo chupada en la que unos enormes ojos azules alumbraban como faros en una noche oscura. Ceceaba a más no poder. A ver Lechuga, las provincias españolas, inquiría Manolo Conde, y Lechuga, dubitativo comenzaba a enumerar, Huelva, Sevilla, Cádiz. Sus problemas no empezaban hasta salir de Andalicía. Al llegar a Almería, Lechuga saltaba el estrecho hacia Ceuta y Melilla al tiempo que Manolo Conde comenzaba a torcer el gesto, una vez más. La apoteosis que todos esperábamos llegaba cuando Lechuga, sabedor ya de que su viaje por la geografía española no llegaría nunca a buen puerto pronunciaba las palabras mágicas... y las Azores. El pistoletazo de salida para nuestras carcajadas y punto final al pequeño examen oral de Manolo Conde. Pero vamos a ver, José Luis, cuántas veces tengo que decirte que Las Azores no son de España, no son una provincia, son territorio portugués... bramaba Manolo Conde próximo a la frustración, lo que aumentaba la algarabía en una clasa, por lo demás, ya perdida. No sé profesor, eso dígaselo a los del tiempo que siempre hablan del anticiclón de las Azores, contestaba, lleno de razón José Luís.

Desde que dejé Mazagón en 1991 no he vuelto a ver a Lechuga. Volví a mi infancia hace unos diez años. Vi a algunos de aquellos que eran mis amigos, a Fran, a Chenelo que me dijeron que Tina había muerto en un accidente de coche. Hablé por el móvil con Lechuga que al final no pudo pasarse. Me hubiera gustado verlo.
A nadie se le pasó nunca por la cabeza putear a Lechuga fuera de clase. Tenía una zurda diabólica que volvía locos a los equipos de los demás colegios. En aquellos campos de cemento nunca se hablaba de geografía.

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