viernes, 26 de febrero de 2010

la tormenta



Los entendidos le llaman Ciclogénesis explosiva. Como mínimo acojona, pero más que nada por el eco que en el subconsciente producen las palabrejas rimbombantes, véase Armagedón. Un pifostio que te cagas, vamos, con razón al final la palmaba Bruce Willis. Wolfgang Petersen llamó hace unos años a George Clooney y liaron la Tormenta Perfecta, que siempre queda bien en un titular, de esos que tanto gustan en el Preguntoiro para acojonar al personal aunque sea repetido. Lo cierto es que en aquel pifostio, Clooney no me hizo ni puta gracia, lo cual como mínimo ya es una novedad para el único hombre que, mi padre a parte, le ha provocado un suspiro almodovariano a mi madre. Esto es, literalmente, "pues sí que es guapo... sí...", de espaldas al fregadero, con las manos enguantadas de amarillo y, entre ellas, un plato enjabonado. Fui yo quien tuvo que pasar la fregona para que la buena mujer no acabara resbalando.

Nos han avisado de que el sin dios llega esta noche. Que mañana nadie salga de casa, que no se hagan desplazamientos en coche si no son estríctamente necesarios y ni se lesocurra sacar al perro a mear al parque. Te jodes y pillas la fregona como yo. Más vale curarse en salud que después siempre está la oposición para, en caso de ausencia de perfección, montarle una tormenta al gobierno de turno. Poca precaución es poca con tal de esmerar las medidas de seguridad sobre una sociedad sobreportegida. Por esta vez, como mínimo, en la Xunta han respirado. Es sábado y no tendrán que hacer de nuevo dejación de funciones a la hora de decidir si suspender o no las clases, que para eso están los directores. El calendario ha decidido por ellos. A otra cosa mariposa. Qué es lo siguiente que debemos delegar... el modelo educativo. Vamos allá.

Desconfío de las tormentas perfectas. Vale que tienen un nombre chulo, Ciclogénesis explosiva, pero es difícil de memorizar. No es plan de acodarte en la barra del bar caña en ristre y soltarle a tu compañero de fatigas mirando para la ventana, joder con la ciclogénesis explosiva. No es plan. En el tiempo que lleva pronunciarla allá va la fuerza de la caña a tomar por el culo. Por eso lo de tormenta perfecta. Un nombre redondo, sí, pero para una película, o una novela, lo que le hace perder fuerza en la vida real. Si de verdad quieren acojonar al personal hay que bautizar a las cosas como dios manda. Un Klaus, una Katrina, una Erika o un simple El Niño, que sólo de escucharlo con voz engolada acojona. Que viene El Niño decían todos los años cuando era crío. Hace tiempo que dejó de venir. O simplemente el niño se hizo mayor, vete tú a saber. Ya nadie se acuerda pero la escena de bar era, joder con el puto Niño la que está liando. El Niño no es el único que ha dejado de venir. Que le pregunten a los de Valencia que hace tiempo ya que no tienen gota fría después del verano. Sigue habiendo inundaciones, como todos los años, y granizadas con granizo como pelotas de golf que destrozan las cosechas (todos los años, que no sé ni como seguimos teniendo naranjas, melocotones, aceitunas y demás, un puto milagro), pero ya no son causa de la Gota fría. Van los de España Directo y sacan a la maruja de turno con la declaración estelar de "jesús, jesús, en cincuenta años que llevo aquí nunca ha llovido como ahora", a lo que el reportero estrella contesta con eso de "claro es el cambio climático del que hablan los científicos". Porque el cambio climático lo ha jodido todo. No como la gripe A que pasó y ya nadie se acuerda de ella. Sólo las farmaceuticas que mira tú por dónde ha sido la única gran industra que ha sorteado la crisis. Coincidencias.

El caso sigue siendo acojonar al personal. Sólo hice tres cursos de la EGB en Galicia. Fue en Pontevedra y para uno que venía de Andalucía los inviernos de estas latitudes eran un puto infierno en el que nunca paraba de llover. Y lo pero era aguantar a tu madre que no estaba acostumbrada a criar un hijo con lluvía durante tres meses. Tres meses siendo el único que no iba a entrenar por que llovía. Y al día siguiente, los colegas descojonándose de tí. Recuerdo una vez que vinieron a sacarnos del Atlántico los de la Cruz Roja porque el agua llegaba hasta las rodillas de los profesores. Pero a nadie se le ocurría entonces suspender las clases. Con lo de las tormentas perfetas pasa un poco como con lo de los columpios. Hoy día tienen que estar homologados y con techo acolchado para que no se maten los críos. Porque como sabemos los de mi generación, perdimos muchos amigos por haberse dejado las rodillas en los suelos de cemento armado. Aquello sí fue un infierno, y pocos los que sobrevivimos para contarlo. Y ni que decir tiene si hablamos de las sillitas para bebé. El puto carro de alambres y tela azul marino que sólo de verlos daba miedo. No eran ergonomicos, ni homologados, ni pollas y aquí estamos. Y lo más difícil todavía, después de viajar más de tres horas en coche sentados en el colo de nuestras madres en el asiento de delante sin parar, sin aire acondicionado y, lo que es peor, sin dvd.

Lo mejor de que ahora se hable de cortar las clases a la mínima es la reacción. No de los críos, sino de las madres. Y ahora dónde coño dejo al crío toda la mañana?, se preguntan desconsoladas. Las mismas que ponen el grito en el cielo porque la cantidad de libros que sus niños llevan a clase en mochilas con ruedas amenaza con dejarlos jorobados de por vida.


miércoles, 24 de febrero de 2010

el año en que vivimos peligrosamente

Llégué de rebote tras concluir un periodo de prácticas veraniegas en La Voz de Galicia. Corría octubre de 2009 y la excusa fue una Feuga, unhas becas que como todas, lo mismo valía para un roto que para un descosido. Lo importante era un trabajador con todas las de la ley a menos de la mitad de precio de uno real. En teoría becario, en la práctica, uno más, sobre todo para comerse los marrones. Así me presenté un día en la redacción de La Opinión de A Coruña. Me llevaron al despacho de Orsini, por aquel entonces director, y la verdad es que no recuerdo muy bien en qué consistión nuestra conversación. Supongo que lo típico en esos trances. Que si qué me gustaba hacer, que si tenía ganas, etc. A lo que yo, pipiolo con ganas (de aquella) contestaba afirmativamente. Me cayó bien Orsini. Lo cierto es que era un tipo afable, con sentido del humor, fino. En cierto sentiod, Orsini me recuerda a Buenafuente. Me llamó la atención la austeridad de su despacho. Amplio, con un escritorio y una mesa para reuniones. Con las paredes vacías exceptuando una caricatura de sí mismo enmarcada y firmada por Santy.

Tras nuestra charla me dejó en lo que durante un año sería mi puesto de trabajo como redactor de una sección que comprendía Galicia-Nacional-Internacional. Lo típico en un pequeño diario local con todo lo que ello implica. El equipo lo dirijía FV, hoy en Público previo paso por El País. FV tiene dos cualidades. Es un periodista con todas sus lecturas. Las virtudes y los vicios de la profesión. Como jefe, FV tenía una cualidad principal: No te daba el coñazo sobremanera. Lo cual es bueno y malo al mismo tiempo, depende lo que uno prefiera. De aquel año en la calle Real de A Coruña no guardo lo que se dice buenos recuerdos. Pasó, tenía que pasar y me alegré de que pasara. Fragué amistad con Camilo, al que hoy le perdí la pista tras trabajar para el BNG en Lugo. Dicen que Rosa sigue allí. Bárbara lo dejó y supongo que ahora vive mucho mejor como profesora de danza o ballet, no recuerdo muy bien cuál era su especialidad. Y luego estaba Mártires de Paola. Hoy en El País. La suerte es fundamental en este oficio, pero más lo son los contactos.

Aquel fue un año extraño que dejó en mi una desconfianza hacia la propia ciudad. Una incomodidad que me pica nada más cruzar el puente de Pasajes y que no supero hasta volver a dejar la ciudad a mis espaldas. Pueden ser prejuicios. Pueden ser. Mártires de Paola fue la unica persona que mandé literalmente a tomar por el culo, a voz en grito, en mitad de una redacción. Vete a tomar por culo. No me vuelvas a dirigir la palabra en tu puta vida. Fueron literalmente mis palabras. Mártires de Paola ejercía de jefa sin galones cuando FV no estaba. Ella ejercía, nosotros la sufríamos. De ahí su nombre con el que bautizé a mi equipo de futbolín en los largos torneos echados de madrugada en un piso del Orzán en un futbolín de plástico que nos regalaron en el Telepizza. Ese verano aquel chisme dió mucho juego y probablemente nos salvó de más de una mala resaca a media semana.

La Opinión era un periódico extraño, del tipo de los que no sabes, no puedes explicar cómo es capaz de salir todos los días a la calle dadas las faltas que hay en su funcionamiento. El otro día me desayuné con la noticia de que había nuevo jefe en la oficina. Carmen Merelas es la nueva directora en substitución de Orsini que pasa a mejor vida en Canarias. Un retiro dorado, dirán algunos. No conozco (casi nada) a Carmen Merelas. Supongo que es una excelente profesional si la han nombrado directora de un medio, aún a juicio de pecar de inocente. Todos conocemos casos de personas que ejercen la dirección de un medio sin explicación racional alguna. Pero la racionalidad nunca fue una característica de este oficio. Vi a Carmen Merelas, redactora jefa por aquel entonces, en dos o tres ocasiones. Dos de ellas pasaba por allí, como quien dice. La tercera me echó la bronca a más mala hostia y más hiriente que me han echado en mi puta vida como periodistilla de tres al cuarto. Lo único que le faltó fue decirme que si no fuera porque tenía una Feuga ella misma me pondría en la puta calle porque no tenía puta idea de periodismo. La razón es que no le gustó el reportaje sobre clases de religión, o religión en las áulas, algo así, que me habían encargado para que fuera el tema central del cuadernillo del domingo. La bronca fue un jueves por la tarde. Ahora va así porque no me puedo sacar otro reportaje de la nada, dijo, o mejor gritó, pero esto una mierda, una vergüenza.

No seré yo quien desmienta la opinión de una redactora jefa. Hoy casi ni me acuerdo del reportaje en cuestión. Probablemente era una mierda, qué coño. En mi descarga sólo puedo decir dos cosas. Era un becario. Se supone que estaba para aprender. Pero todos sabemos que en eso consiste la gran falacia de las becas periodísticas. Y, segundo, y dejando a un lado el hecho de que le encargues a un becario un reportaje central para el domingo, si era una mierda no haberlo publicado. Más que nada para no joder la imagen de tu propio medio a no ser que pensaras que qué más da total, la gente es idiota y tanto le da ocho que ochenta. Después de aquella bronca nunca más hablé con Carmen Merelas. Ella sí. Meses después me soltó un "mira que eres tonto" como contestación a un comentario mío que pilló al vuelo en una conversación con Camilo. Ella pasaba por allí. Supongo que tuve mala suerte con Carmen y la pillé justo en sus dos peores días. No soy rencoroso. Su santo, también en La Opinión, las metía bien gordas, causaba los mismos cabreos día sí y otro también. Ambrosius, que junto con Hans Granda (a quien todavía le entran sudores fríos al pensar en Mártires de Paola) pasó conmigo aquel verano en que vivimos peligrosamente, lo sabe ya que fue testigo de las broncas, de las cuales daba cumplido detalle en las interminables noches del Jazz Filloa donde siguiendo la ley suprema de Granda, nunca hubo término medio: o una, o diecisiete cervezas.

Escribí dos o tres reportajes dominicales después de aquello, antes de abandonar la calle Real de A Coruña. No recuerdo qué día fue pero sí que fue uno de los más esperados en mi efímera carrera como juntabalabras. A medida que se acercaba el día de autos nadie, ningún jefe, hizo comentario alguno sobre una hipotética continuidad. Yo, íntimamente, esperaba que nadie lo hiciera. El día de autos, Orsini me llamó a su despacho. Hoy acabas, dijo, sí contesté. Lo siento pero las cosas, ya sabes... la empresa... contratar a alguien... Parece mentira pero de aquella, cuando se suponía que no había crisis, las excusas eran las mismas que ahora. Y yo, no pasa nada... ya me imagino... otra vez será, mientras pensaba en si despedirme dándole un abrazo o un beso en los morros por no haberme puesto en la tesitura de tener que pensar quedarme en aquel periódico. No lo hizo y es algo que siempre le agradeceré. Poco después, sonó el teléfono de mi escritorio. Al otro lado, la chica de recursos humanos me decía que mi beca se acababa aquel día. Sí, ya lo sé, contesté. Bueno es que hay una posibilidad de renovación... si te interesa... Por cortesía, pregunté, cuál? Bueno podemos hacerte una beca por la Universidad de La Coruña (sic) bla, bla, bla. Después de una beca de un año otra, a cuatrocientos cincuenta euros mes. Con dos cojones. Mira, contesté sin ocultar cierto tono burlón, lo siento pero no, la verdad es que no sé ni donde queda la Universidad de La Coruña. Fin.

Sentí alivio. Salí quemado después de aquel año y ya digo que puede que en parte fuera culpa mía. Ya he dicho que no guardo rencor a Merelas por aquella bronca. A decir verdad fue una especie de revulsivo. Tras dejar La Opinión vagué unos meses de negro para La Voz y finalmente me fui a EEUU. De hecho la bronca de Merelas fue el detonante que me hizo iniciar los trámites para poner tierra de por medio.

Volví a escribir para La Opinión desde EEUU. Crónicas semanales. FV me las encargo un día a iniciativa personal. Se lo agradeceré siempre. Orsini las leía con interés, él mismo me lo dijo e una ocasión. Lo mejor era el salario. Veinticinco flamantes euros cada cuatro crónicas de entre 600 y 800 caracteres. No me digais que el periodismo no es maravilloso.

lunes, 22 de febrero de 2010

la encuesta y dos

Debe ser cosa del tiempo. Que ahora precisamente es lo que me sobra y suelo gastarlo en casa. Pero ha sido quedarme en paro y ya van dos encuestas que tengo el gusto de contestar. La primera, a cargo de Sondaxe/La Voz hace unas semanas. Telefónica, rápida, idolora e incolora. Puras preguntas de rutina. Que si cuáles son los principales problemas de Galicia/España, que si qué opinión tengo del Gobierno en general y de la Xunta en particular, etc, etc. La segunda, la semana pasada a cargo del CIS. Esta, en la escalera de mi casa, hecha por una mujer que dijo, literalmete que llevaba "15 años haciendo encuestas a pie de calle", lo cual imaginé como un suplicio sin parangón, más parecido a un castigo que a un trabajo, y que un poco más y se queda a tomar café. Después de diez minutos contestando las mismas preguntas de la chica del teléfono de Sondaxe llegó la grande.

Se siente usted:

más gallego que español
más español que gallego
igual de gallego que de español
sólo gallego
sólo español
Ninguna de las anteriores

Después de esta, otras tantas estupideces en forma de pregunta hasta la gran traca final:
Alguna de estas preguntas le ha resultado incómoda? No. Simplemente estúpidas la mitad de ellas.

"Tienes razón la verdad, dijo la mujer, pero es que yo no sé quién narices hace estas preguntas. Los tíos en sus despachos, sin puta (sic) idea de lo que se cuece en la calle, yo que llevo quince años pateándomela... total para que luego salgan cocinadas".

Entrañable. Pero mejor fue la despedida.

"Es que mi hijo que tiene quince años quiere ser periodista pero me dice que no hay futuro en la profesión y yo no sé que decirle más que estudie lo que quiera y que dios proveerá. Y tú que eres periodista me puedes decir algo?"

Fue la única pregunta que no supe responder.

microrrelato

Llamadme raro, pero a mi lo que más me ha impactado de la foto es la bufanda. Roja. Y larga, muy larga.

el griego y la política

Reconozco que últimamente tengo esto algo abandonado. Por decirlo suavemente, vamos. Y la culpa, como no puede ser de otra forma es de la noche. Que hace imposible las mañanas. De hecho, yo las mañanas las descubrí en EEUU. Sobre todo las del domingo. Un día, el del señor que siempre odié por lo que a mi estado de ánimo le provoca. Me deprime sobremanera. Puede que influya la lectura de las contras de El Correo, las de Luís Pérez y su vertiente panegírica hacia todo lo que lleve la marca de Núñez Feijóo. Supongo que se debe a que hay que pagar favores y después de cuatro años bipartitos en las catacumbas hay que agradecerle al de Os Peares que le haya devuelto a la luz pública. Algunos de mis amigos dicen que soy un poco masoquista. No sé si se refieren al hecho de que lea El Correo (de vez en cuando, tampoco hay que abusar), o a que lea a Luis Pérez. Hay cosas peores. Podría, yo qué sé, leer a César Vidal. Aunque con lo que escribe este hombre, que creo que ya va por los 60 libros, no sé como le da la cabeza, o los dedos para pulsar la tecla. Yo, no es por ser malo, pero con Vidal tengo la sospecha de que algo huele raro, como a Ana Rosa Quintana, pero debe ser cosa mía, que soy un desconfiado. Simplemente lo digo porque a mí me cuesta un huevo escribir. Con lo que se escribe por ahí ya para qué incordiar más. Esto teniendo en cuenta que alguien me lea, claro, lo cual ya es mucho suponer. Y después va con los gustos. Y ame han llamado de todo. Lo más fino, por lo sutil del comentario, es el calificativo dedicado por el editor de un medio con el que colaboro últimamente. Dice que soy macarra. No seré yo quien lo niegue.

El griego, por ejemplo, a Stefo lo llamamos el griego, aunque podía ser el inglés también, o el guiri a secas, pero el griego, así, a secas, queda más literario, es mucho más prosaico. Simplemente dice que soy un coñazo cuando me pongo a escribir de política. Que a él lo que le gusta es leerme cuano escribo de cosas "normales", como cuando escribí mi día a día en el paro. Yo creoq ue mi vida es bastante poco interesante como para hablar de ella pero supongo que lo de los gustos va por barrios. El griego, con un sentido del humor un tanto peculiar, se le ha dado por indexar este blog en Google. Las pistas son "porno" y "espalda". Un éxito asegurado tío, me dijo. Puede que peque de excepticismo pero de alguien que ha registrado un dominio con el nombre de "pontucaca.com", no sé yo si fiarme mucho. O, al contrario, puede que sea un experto en esto de internet.

jueves, 4 de febrero de 2010

rezar en familia

Una vez participé en un rezo en familia. Fue, claro, en EEUU ya que en mi familia lo de rezar hace tiempo que no se estila y ya bastantes quebraderos de cabeza le traía a mi difunta abuela, pero eso es otra historia. Fue en Kalamazoo una tarde de Acción de Gracias a cuya cena en casa de Mike y Sarah con h (la otra era sin h, o puede que fuera al revés, ya no me acuerdo) fuimos invitados Alicia, Nuño y yo, tres de los españoles que por aquel entonces vagueabamos por el departamento de español de la WMU. Aquella tarde, noche para ellos aunque fueran las cinco, habia una tormenta de nieve de tres pares de cojones. Tanta, que realizar un trayecto de quince minutos en coche hasta su casa nos llevó en el viejo Saturn de Nuño como hora y media. Puede que influyese el hecho de que nos perdimos un poco ya que con casi un metro de polvo blanco la sensación se parece bastante a la de deambular por el desierto. Mires donde mires todo te resulta familiar. El resto de los comensales, unos diez o doce, eran todos naturales del país de los rezos en familia.

Resultó raro aquel momento en el que todo dios se sentó en alrededor de la mesa y de repente uno de ellos comienza a hablar. Como si alguien hubiera apretado el boton de apagado, todos los demás yankees bajaron las cabezas con gesto sentido y cerraron los ojos. Lo sé porque ni a Nuño, ni Ali, ni a mi nos apretaron el mismo botón y allí nos quedamos los tres mirando unos para los otros sin saber muy bien qué hacer durante los aproximadamente sesenta segundos que duró la oración. Obviamente era para dar gracias. Es el día apropiado, no obstante para ello. Entre los agradecimientos pronunciados por el orador figuró en último lugar uno dirigido a dios y que hacía referencia a nuestra presencia allí. No dudo que la intervención divida propiciara que los tres españoles asistiéramos a aquella cena pero nosotros, más prosaicos, creimos que lo más práctico era agradecer la invitación a Mike, al fin y al cabo era su casa. Supongo que esta es una de esas diferencias culturales de las que tanto hablamos.

Esos segundo de impasse con los ojos abiertos me produjeron una sensación extraña, la de no saber muy bien qué hacer. Por eso, uno, que por obra y gracia de dios es agnóstico, supongo, entiendo el trance de Zapatero en el Desayuno Nacional de la Oración, antes de abalanzarse con diplomático decoro sobre el café, los huevos revueltos y las salchichas. Sobre todo si tus compañeros de mesa, Michelle y Barack, hacían lo propio e plenon éxtasis religioso. Poner función de stand by, bajar la cabeza y cerrar los ojos. Y allí se quedó Zapatero, mirada perdida, mientras el resto de La Familia oraba.

Puede que algún comentarista critique a Zapatero por no haberse puesto en Stand By y vaya más allá señalando una nueva falta de respeto de presidente español hacia los símbolos del imperio como la protagonizada cuando no era más que un simple candidato opositor y nadie apostaría el cuello a que un día se sentaría al lado del matrimonio más influyente del planeta. Creo que no hay razón y, sin que sirva de precedente, el presidente español estuvo bien. Es de sobra conocida su condición de agnóstico y en un país, el nuestro, cuyo deporte favorito es despellejar al vecino, si Zapatero hubiese imitado a los americanos le habrían caído las mismas hostias pero en sentido contrario. Por hipócrita. Y más conociendo a los que hoy afilan los cuchillos.

La compostura ante los rezos americanos, para nada comparables a lo que nosotros entendemos por rezar, mantenida por el presidente es algo similar a la que un extranjero debe tener con respecto al himno de EEUU. Quedarse a medias con escrupuloso respeto. Los americanos tienen por costumbre no perder ocasión para poner y cantar el himno. Ayuda el hecho de que tiene letra no como el nuestro con su entrañable tatatatatata... Da igual que sea el inicio de un partido de la NBA, de la liga infantil del condado en la que juega el niño, un rodeo o la mismisima antesala de los fuegos artificiales del 4 de julio, Día de (su) la Independencia de EEUU. En pie, firmes, mirada al infinito, cabeza despejada y (a veces, los más) mano en el corazón. Y tú allí, extranjero en tierra estraña no puedes quedarte sentado ya que a la mínima algún patriota te llama la atención. Basta símplemente con levantarse y quedas de puta madre. Una señora de unos sesenta años me tocó la espalda en un partido de hockey universitario. Joven, aunque no sea americano, debe levantarse porque es el himno. Pues nada, en pie. Y tan contento, a cantar (mentalmente) eso de I'm proud to be american, que aunque no es el himno de las barras y estrellas tiene el efecto ese que tanto gusta en EEUU de ponerte los pelos como escarpias. Pero sin pasarse, claro. Pili y yo la cantamos en un piano bar y un grupo de marines de permiso se lo tomó bastante mal. Pensaron que estábamos de coña. Simplemente esábamos un poco borrachos. Pero lo de los símbolos se lo toman muy en serio por esos lares.

Otra cuestión es la del idioma utilizado. Es imposible que un presidente español hable inglés? El futuro inmediato marca que si. Ni siquiera Feijóo en su teima con la educación trilingüe sabe más allá del yes y el of course. Hubiera sido deseable que Zapatero hubiera pronunciado su alocución en inglés, puede que sí. Pero podemos imaginar el descojone que le seguiría. Algo parecido a lo que pasó cuando Ansar lo intentaba en sus tiempos de presidente. Cuando Zapatero deje el cargo igual nos sorprende y lo aprende como su predecesor. Fluency. Me parece, en todo caso que la actuación de Zapatero ante la familia --podrían haber elegido un nombre con menos connotaciones mafiosas--, ha sido bastante inteligente y más la elección del pasaje bíblico, entendible y más o menos similar en todos los credos. Sobre todo en el modo elegido para empezar su discurso con un chiste que arracó las risas del personal. Captatio benevolentiae.

Un único pero. Zapatero habló en castellano. Cierto. El problema es que el castellano es un idio del que los americanos nunca han oído hablar ya que para ellos sólo existe el español. Pero esto es más un debate filológico.

putos vagos que somos


Foto: Álvaro Ballesteros

Es mejor no gastar la energía de mover los dedos para comentar las palabras del Señor U sobre su solución para salir de la crisis, por otra parte, nada original oye. Ya lo ha hecho el amigo Fran P.

putos mileuristas



Foi José Luís Feito o último en sair con que a avoa fuma. Para o responsable de Economía e Finanzas da patronal española a razón da actual crise que soporta o Estado é o elevado salario que perciben os traballadores españois e que, unido ó caro que resulta despedir a alguén aquí fai desto un sindiós de aquí a Nova Celandia.

O tal Feito algo debe saber no tocante a salarios xa que cobra catro: ó que percibe como responsable monetario da CEOE hai que sumar os que ingresa como presidente do lobby das autopistas españolas (ASETA), da súa homóloga europea (ASECAP) e máis do Instituto de Estudios Económicos. (...)

Sigue lendo Putos mileuristas en Vieiros.

lunes, 1 de febrero de 2010

guti maricón

Creo que he tenido una pesadilla. Soñé que Guti hacía esto



Y que después, una legión de periodistas deportivos, lo cual bien podría ser un oxímoron de lo más escabroso volvía a entonar eso de Guti selección.
A estas alturas y con mi devoción probada por el 14 maricón. Por favor...