miércoles, 9 de junio de 2010

las posibilidades


Me han convencido. Después de que Alemania haya dicho que la culpa es nuestra y que Inglaterra, con el aprendiz de Tatcher tras el micrófono, le haya bailado la parca a la canciller germana, no queda otra. La culpa es nuestra. Por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Hemos perdido dos años y medio culpando del desastre primero a los bancos y, después, a los especuladores, incluso condenamos a un tal Madoff. Pero resulta que la culpa de todo es del paisano que se compró un piso con una hipoteca sobrevalorada, del mileurista que se ha quedado en el paro después de enlazar cuatro contratos temporales seguidos hasta que el empresario responsable decidió que podía amortizar su puesto con un becario o, simplemente, repartiéndo su trabajo entre los compañeros que se quedaron; o del currante de 48 años que ya no da el perfil en la fábrica en la que curra desde los 16. Tontos de los cojones, nos vino a decir Cameron, sois vosotros.

Lo de vivir por encima de nuestras posibilidades es tan humano como el cagar. Al Chene le ocurría muy a menudo, la última que recuerdo en una discoteca pija sevillana entrándole a la hija del delegado del Gobierno en la Andalucía de la Expo 92, haciendo caso omiso a lo que le decía Pablito. Ande vas... que te va a hacer caso, a tí que vives en San Pablo, no te jode. Chene, oídos sordos, estuvo dos horas cual astado contra el burladero. Sin desfayecer. Una lástima que el cementerio de la noche esté lleno de gente con un alto concepto de sí mismos y que, al final ,acaba poteando sóla en el portal de casa.

El fondo somos todos unos confiados. Hubo un tiempo en el que nos creimos que todo era posible. Para hambre ya pasamos suficiente nosotros, que decía mi abuela. Por nosotros y por vosotros. Para meter los coches en la casa de Sorribas hay que sacarse un permiso especial. La razón es el tamaño del portal, demasiado estrecho. Lo justo para un carro de vacas, holgado, incluso., pero nada más. A mi bisabuelo no se le pasó por la cabeza que a su familia pudiera llegar algún día un coche. Lo suyo era vivir acorde a sus posibilidades, que diría Cameron, un tipo que jamás ha dado palo al agua, más allá de las novatadas que se gastan los alumnos del exclusivo Eton. Después fueron llegando los coches y el problema estaba montado. Por supuesto, mi bisabuel, cantero de profesión ya no estaba para reformar el portal.

A alguien se le ocurrió una vez que a lo mejor era posible aspirar a más. Que estudiando y trabajando duro, con un poco de suerte, uno podía vivir mejor que sus padres que, a su vez, se esforzaron para que sus hijos lo tuvieran un poco más fácil que ellos, que tuvieron que soltar cuatro millones de las antiguas pesetas por el piso y medio millón por el coche. En propiedad, ambos. Incluso los hubo quienes compraron, en un dispendio de caudales sin comparación, una casa de vacaciones, lo que los de hacienda llaman una segunda residenciua. Ahora llegan Cameron y Merkel para decirnos que la culpa es nuestra por, como nuestros viejos, querer comprar una casa, un coche y, además, tomarnos unas birras de vez en cuando. Alguien dijo una vez que el nivel de una sociedad se basaba en el peso que tenía su clase media. Ahora resulta que la existencia de la clase media es precisamente el mal de una sociedad. Hay que volver a los orígenes y conforme a tus orígenes has de vivir, ha venido a decir Cameron. O qué coño nos hemos creido.

1 comentario:

  1. Suele ocurrir que en el mundo de los médicos, a los que miran con más recelo es a los forenses porque su frase más famosa es "ha muerto de xxx, estaba claro que esto iba a pasar". Cuando ésto lo escucha un médico preventivo le dan ganas de llenarle los pololos al primer galeno de pirañas enrrabietadas. Hay que pensar en la educación que hemos recibido tanto en la escuela como en la calle y en casa. De pequeños pedíamos préstamos a la banca "Reyes Magos S.L" que eran los primeros en traernos un coche (siempre peor que el de Juanito). Después veíamos que no podíamos hacer frente a la deuda contraída portándonos bien durante el año y en ocasiones cuando te pegabas la hostia, siempre venía la abuela (la tuya, o la de Juanito que era una zorra porque te daba pasas sultana en vez de sugus) y rezaba como en letanía "Era visto". Llegabas a casa, después de un duro día de jugar, con las rodillas llenas de heridas porque el coche no tenía unas medidas de seguridad UE ISO ABS ETC... que nadie imaginaba que existirían, después de encajar el reproche de la abuela y chupabas una hostia de tu progenitor 1º Por cargarte el coche 2º por romper el chándal y 3º por vivir por encima de tus espectativas... El punto número 3 nunca lo entendí, porque a mí siempre me trajeron las cosas los Reyes Magos, nos mis padres... ¿a ver si la cultura de los Reyes Magos tiene algo que ver en todo esto?

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