sábado, 10 de abril de 2010

la bandera y el chino


De lo poco que aprendí en las clases de geografía de una profesora de cuyo nombre no quiero acordarme es su máxima de que todos los países tienen su Portugal particular. Siguendo esta ley no escrita podemos entender cómo se mueven las relaciones entre vecinos. Así como Estados Unidos tiene a México, Canadá a EEUU (sólo los canadienses tienen ese sentimiento sobre a sus vecinos del sur. A los yankees los han convencido de que son más o menos el pueblo elegido pero sin palestinos, por lo que, piensan, no hay lugar ni sociedad mejor sobre la faz de la tierra) y Francia a nosotros, España tiene a Portugal.

Está ahí, del otro lado de la frontera, el vecino entrañable al que no se le hace mucho caso más allá de escogerlo como destino de escapada rápida de fin de semana. Porque hace tiempo ya que lo de las toallas ha pasado a mejor vida. A Raia, que es como se le llama a la frontera, es un ente más bien difuso. Que se lo digan a sus habitantes. Los de este lado acostumbrados a pasar los fines de samana al otro lado a comer carnes exóticas en el famoso restaurante de Chamosinhos (más allá del morbo por lo desconocido nunca entenderé la fascinación por comer cocodrilo que sabe a pollo) o el bacallao en sus multituinarias manifestaciones. Los del otro lado, fundamentalemente a echar gasolina y comprar tabaco.

Otra cosa no pero en España siempre hemos sido muy celosos a la hora de mantener las buenas costumbres. Así que combustibles y cigarrillos varios siguen siendo más baratos en nuestro terreno que las leiras del contorno. Concesiones a las masas, supongo. A esa clase media que, dicen los nuevos negacionsitas, creó Franco. La España como dios manda, vamos.

Anda Portugal estos días penetrando en la actualidad española. Toda una novedad acostumbrados como estamos a vivir la vida loca de espaldas al vecino. Lo nuestro, lo normal en toda situación desequilibrada, es Francia por eso permanecemos atentos a la relación de Carla y Nicolás o si a este se ha caído de sus calzas. De aquellos polvos que íbamos a ver a los cines galos durante los años oscuros vienen estos lodos. Sin embargo, no tenemos ni puta idea de quien es el presidente de la República del baixo Miño. Hagan una encuesta entre sus más cercanos. Y si llegan a cinco que responden correctamente, premio. Ha ganado usted un gallifante.

Portugal sólo aparece en nuestras páginas cuando nos toca de refilón. Pasando incluso por un reporte previo en la CNN. Portugal irrumpió hace unos meses en las páginas de Galicia cuando una aspirante conservadora a primera ministra de cuyo nombre creo que ni se acuerdan los propios portugueses, no tuvo mejor ocurrencia que prometer que, si ganaba las elecciones, congelaría las obras del AVE portugués hasta Vigo. Y se armó un belén de cojones. Tan ridículo que hasta los socialistas de Pachi Vázquez, en su infinita desorientación, le pedían explicaciones a Núñez Feijóo, en un sinvivir desde que es presidente, atenazado como está por inquisidores en los bancos de la oposición y feroces periodistas en escaparates mediáticos. [Aquí debería de ir un enlace a la gloriosa entrevista que ayer concedió a la TVG pero se ve que Galicia va retrasada hasta en el Youtube y la opción de la web de CRTVG es una pérdida de tiempo. En dicha entrevista, NF se enfrentó a duras preguntas tipo "sr. Feijóo, quiere usted privatizar la sanidad pública?" OLÉ. Pulitzer para el caballero.] que ya vuelven a ser como siempre.

No recuerdo haber leído mucho sobre el tema en las páginas de Público pero si unas cuantas en LVdeG. Convencidos como estábamos de que los portugueses son gente mala con nosotros, y eso que le mandamos médicos, resulta que nos despertamos ahora con el mensaje de que, no sólo no son mala gente, sino que a una parte de ellos, los de Valença, quieren ser españoles AR!!!! y así lo demuestrán sacando la rojigualda al sol de sus balcones. El agradecimiento por usar las urgencias del Sergas ha sido tan inesperado que hasta en Lisboa han tenido que amenazar temiéndose una merma en su geografía.

Como chiste está bien, sobre todo para el chino (siempre hay un chino) que se habrá forrado estos días vendiendo banderitas españolas en Tui. También como metáfora del nacionalismo, el nuestro y de más allá. La pela es la pela y la necesidad manda. Descerebrados de aquí soñando con la unión con Portugal y resulta que los de allá no hacen más que despreciar a la Nazón de Breogán.

Menos mal que siempre quedará Facebook que, además de servir para saber que menganito está en el mingitorio, es utilizado para reclamar justicia, no sé si poética pero sí descojonante.
Los hay nostálgicos que sueñan con invadir el Peñón cuando todo se arreglaba con un médico. Y un chino.

2 comentarios:

  1. ¿Sabes cómo llamamos en Santander a los de Torrelavega?
    Exacto
    Portugueses

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  2. Portugueses, turcos, cipayos. Estaría en disposición de pagar por que alguien me llamara, aunque fuera "en el sentido más peyorativo de la palabra", jequeárabedeloscojones.

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