viernes, 23 de abril de 2010

pollo



Soy afortunado. Pertenezco a la generación que se ha podido pajear libremente. Soy, también, de la generación que gritó viva el mal viva el capital como quien grita viva el vino en un acto político y queda de lo más campechano. Por eso, lo de las pajas, lo del capital y, sobre todo, lo del vino ha sido algo bastante familiar. Hace tiempo que --desconozco lo que ocurre en el interior de las catequésis y los colegios del Opus o los Legionarios (creo que juntar paja y Legionarios no ha sido muy afortunado)--, los curas han dejado de ser, salvo esos días que tiene todo dios, como los de antes. Niño si te tocas indecorosamente, (para los de la Logse, de forma guarrilla y pensando en la vecina del quinto), te vas a quedar ciego o calvo!!!! Lo de ciego tiene un pase. Es algo que no se ve en el horizonte inmediato, como suele pasar con todas las cosas que entreñan gravedad. Lo de calvo es toda una putada cuando lo escucha un crío en las puertas de la adolescencia y las manos encallecidas.

Contra el capitalismo anda desde que dejó de ser líder cocalero, un oficio mucho más romántico, Evo Morales. Junto a Chávez y los hermanos Dalton, el presidente de Bolivia está a punto de entronarse como el fustigador mayor de todos los ismos diabólicos que se les ocurran. Lo último que le ha lanzado a los ismos diabolicos ha sido los transgénicos. Una de esas cosas de las que todo el mundo habla sin saber muy bien qué son en realidad. Supuestamente, pero tampoco hagan caso que lo mío es desvariar, son alimentos modificados genéticamente. Yo no sé qué pensar. No sé por qué habría de estar (como estoy) a favor de la genética humana para curar y evitar enfermendades, lo que implicitamente es mejorar la raza sin llamarle así, y en contra de los tomates transgéncos, que estoy seguro que son una mierda comparados con los que criaba mi abuela en el Nabal. He ahí mi duda. No la tiene Morales, para quien en Europa son todos calvos por culpa de los tomates radiactivos y no por habernos pasado media adolescencia con la minga en la mano, como decían los curas antaño. La genética, como la polla, ni tocarla.

Los micros hacen que se caliente la lengua. Le pasó a un tal Bertone. Evo, con su reino en esta tierra, aprovechó también el micro para desvelar que él era el saxador de pollos del que hablaba Luis. Evo volvió a demostrar que, en tanto animal al que le colocan un microfóno delante, el hombre es prueba de que la estupidez y el analfabetismo intelectual es tan patrimonio de la humanidad como la Catedral de Santiago. No entiende de ideologías ni partidismos. Aunque hay gente que se lo curra de verdad y acaba dirigiendo folletos.

Yo del pollo sólo sé dos cosas. Que no me gusta la pechuga y lo que me dijo Nuño un día frente a dos pintas de cerveza en un bar de Kalamazoo: "Aquí el pollo está hormonado, por eso las tías tienen las tetas grandes. Y las que no, no hacen más que comer pollo." Me pasé el resto del semestre mirando qué pedía cada quien en los restaurantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario