lunes, 4 de octubre de 2010

renuncio

Tampoco se puede decir que tenga mucha experiencia. Dos años de legal y otros cuatro de negro con un delegado que me dijo que "mejor si no aparecía por la redacción no fuea a ser" hacen seis con algún que otro intermedio escribiendo columnas desde el otro lado del charco. Lo de aquel delegado tampoco fue muy grave. A fin de cuentas estaba más interesado en sus planes de fin de semana que en el trabajo diario de la redacción. Ya que no podía estar en la redacción puesto que era algo así como una especie de corresponsal por las carreteras de la Galicia profunda me prometió un portátil que nunca llegó y me armó con una cámara fotográfica compacta. Fui su ensayo de lo que ahora llaman el periodista total cuando lo que quieren decir es el total, a secas. Viendo lo que se avecinaba pasé de su advertencia y escribía en la redacción como un ilegal vende cds piratas en la calle carretas de Madrid. Un día se acercó a mi mesa y me preguntó si iba a necesitar la cámara el fin de semana. Le contesté que no seguro de mis dotes adivinatorias para la noticia. Me dijo si se la podía prestar que tenía una regata ese fin de semana. No la vi más, es probable que se le cayera por la borda del yate en la ría de Vigo. Aquel delegado era un grande al que premiaron con la dirección de un gratuito de esos que ahora ya no existen. Le he perdido la pista.

Va a hacer un año lejos de la prensa y cada vez que lo pienso es la prensa la que se aleja cada vez más de mí. Al principio intentaba seguir los periódicos. Luego ya no. Me bastaba con Internet y la radio. La información impresa ha muerto, pensé. Hay domingos que hasta me cuesta acercarme hasta la gasolinera para comprar el periódico. Nada nuevo bajo el sol tras un par de tostadas y sus equivalentes cafés. Mucho se discute sobre el futuro de la prensa en lugar de discutir sobre el futuro propiamente dicho. Supongo que es la fuente del problema al que se enfrentan la gran mayoría de periódicos ensimismados en un mundo que son incapaces de ver más allá de la puerta de sus sedes centrales.

La mía tampoco es mucha experiencia y algo me dice que hasta ahí llegamos. En esos años sólo he sido censurado en dos ocasiones. La tercera me despidieron y ni siquiera había comenzado a escribir. La primera era becario, alguien me llamó para denunciar una presa ilegal en el Concello de Meis. El propósito de la presa era acumular truchas en poco espacio en una especie de revival franquista sin campanu para mayor disfrute de un club de amigos. Se lo comenté a mi jefe y me dijo que tenía que hacer una llamada. Al cabo de unos minutos me llamó a su pecera y dijo olvídate del tema, viene de arriba. Luego me enteré de que arriba estaban precisamente algunos de los que utilizaban el lugar los fines de semana.

La segunda fue en las columnas que escribí durante un año y poco en la contra del GH. Fue después de la encerrona que Carlos Luis le hizo a otro Carlos, Callón, en el no hay debate de la telegaita, que ya anunciaba lo que estaba por llegar. Se me ocurrió pensar que era más o menos libre, a fin de cuentas, ya lo habñia comprobado en otros textos donde tecleaba al filo, pero no. Con Carlos Luis hemos tocado. De arriba el mismo tipo que ni me dijo adiós cuando me despidieron llamó a M. para decir que de Carlos Luis ni hablar que para eso era "un compañero". No quedó otro remedio que tragar aunque no pude evitar qué clase de compañero era uno al que nunca había visto por el periódico. Obviamente, se trataba de un compañero de cobro ya que estaba y creo que está a sueldo del Preguntoiro pese a que ni está ni se le espera. No guardo aquella columna, una lástima.

La tercera y última vez que fui censurado, como dije, ya no me dio tiempo a escribir nada. Me pusieron de patitas en la calle junto a D.D. Por hablar. No pasa nada. Lo que me jode es que con la que está cayendo haya gente detro de ese agujero que se permite el lujo de mentir y encima ponerme por gilipollas. A mí, al meapilas 1.

No hay comentarios:

Publicar un comentario